lunes, 17 de abril de 2017

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? - Reseña del Libro, por Lucía G. S.

Como primera reseña de este blog creo que es necesario hacer una descripción de lo que es una distopía. Sé que probablemente la mayoría de ustedes ya lo sabe a estas alturas, pero puesto que vamos a ver a lo largo del tiempo varios libros relacionados con este género, no nos va a venir mal una repasada por sus características más prominentes.

En pocas líneas, podemos pensarlas como un ejercicio de lxs autorxs basado en imaginar mundos donde ciertas tendencias contemporáneas de nuestra sociedad son llevadas al extremo, exponiendo las fallas que les subyacen. No estaría mal referirse a las distopías como fábulas modernas que se agarran de los miedos y ansiedades actuales para relatar cuentos que nos recuerden que debemos estar siempre atentxs al camino que queremos seguir como sociedad. No será sorpresa, entonces, que si bien encontramos antecedentes y ejemplos de relatos de este tipo mucho antes, las distopías proliferaron con el imponente y aterrador Siglo XX.

Mientras el siglo XX se hallaba en una disputa de poder entre el fascismo y la democracia, Felipe K. Dick, como muchos otros autores después de la segunda guerra mundial, se preguntaron lo que las nuevas tecnologías como la energía nuclear, inteligencia artificial o los viajes espaciales significaban para el futuro de la humanidad.
Philip K. Dick

En este libro la cuestión de lo político o del individuo da lugar a algo mucho más esencial que es la cuestión de lo humano y lo real. La pregunta que Dick se hace y que creo que da pie al libro es la pregunta por la destrucción del concepto de humano, que conduce al cuestionamiento de la realidad y de las creencias.

Dentro de este escenario se inscribe ¿Sueña los androides…?, un libro cuyo propósito no es explorar la política o la forma que adquieren las libertades individuales en un mundo totalitario, como otras novelas del género o del mismo Felipe, sino que apunta a explorar más bien lo que hace humano al humano, utilizando como medio un ambiente futurista en donde el mejoramiento de los robots humanoides ponen en cuestión la misma esencia de la humanidad.


Ahora sí, con todos estos elementos dando vuelta, de qué trata ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Es una novela de ciencia ficción compleja, que nos propone un mundo futurista en donde, como consecuencia de la contaminación radioactiva extendida a partir de la Guerra Mundial Terminal, las Naciones Unidas alientan y animan a la gente a emigrar a colonias fuera de la tierra para preservar a la raza humana de los efectos del polvo radiactivo. Todos los animales están en peligro de extinción: el polvo radiactivo ha matado todas las aves y diezmado a las otras especies animales. Tener y cuidar un animal se considera un símbolo de estatus social y una responsabilidad moral, dependiendo en la rareza de la especie. El alto coste de los animales reales hace prohibitivo para la mayoría de las familias tener uno, así que eligen adquirir uno artificial para mantener su posición social. El protagonista de la historia, Rick Deckard, sufre a lo largo de toda la novela la muerte de su oveja real, a la que tuvo que reemplazar con una oveja eléctrica para guardar las apariencias.

Los androides, burro de carga por antonomasia, verdaderos motores del programa de colonización al ser los incentivos que dan las Naciones Unidas para que la gente emigre a otros planetas, son físicamente indistinguibles de las personas, puesto que se los fabrica con elementos completamente orgánicos. Muchos huyen a la tierra para escapar de la soledad del planeta rojo y para ser libres de la esclavitud a la que los someten los humanos. Funcionarios como Deckard rastrean y «retiran» androides fugitivos que generalmente se hacen pasar por humanos pues su estadía en la Tierra está prohibida. Para ello se utiliza el test de empatía de Voigt-Kampff, que mide la reacción y el movimiento de los ojos en respuesta a disparadores emocionales, muchos de los cuales involucran maltrato a los animales. Como los androides no pueden sentir empatía, su respuesta emocional es significativamente diferente a la de los seres humanos, ya sea en intensidad como en tiempo de respuesta.

“Para Rick Deckard, un robot humanoide fugado, responsable del asesinato de su amo, equipado con una inteligencia mayor que la de muchos seres humanos, que no sentía consideración alguna para con los animales, que no poseía la menor capacidad de empatizar con otra forma de vida, con las alegrías o las penas del prójimo, eso, a su juicio, era el epítome de Los Asesinos”
Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? p.51

La historia comienza con la fuga de 6 androides de última generación, a los que Rick pretende dar caza para así poder reemplazar la odiosa oveja eléctrica por una de verdad. En el camino, diversas situaciones le harán cuestionarse la moralidad de su trabajo como cazarrecompensas y comenzar a preguntarse si realmente los androides son sólo máquinas dotadas de inteligencia, junto con las implicancias que acarrea esta forma de pensar, como nunca lo había hecho.

Encontramos en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? una descorazonadora historia acerca de lo que implica ser humano, en donde el tono oscuro prevalece a lo largo de toda la novela.

Los personajes que nos acompañan a lo largo de la lectura son referentes de clases sociales, forma que tiene Dick de mostrarnos la jerarquización de esa nueva sociedad futurista, en donde los animales vivos son tan raros que se encuentran en la cima del escalafón social, seguidos por los humanos divididos en normales y cabezas huecas (adivinen quiénes están arriba de quién) y los androides (despectivamente llamados andys), últimos en la pirámide social puesto que no están vivos. Dentro de esta jerarquía también encontramos una división entre los que tienen poder adquisitivo y los que no, referentes de clases sociales y estructuras de poder político y económico.

Tenemos, así, dos personajes con punto de vista:
  • ·         Deckard: un cazarecompensas preocupado por conseguir el dinero suficiente para comprarse una oveja de verdad y así reemplazar la suya, eléctrica.·        
  • Isidore: es un especial¸ que por haberse quedado demasiado en la tierra el polvo radioactivo afectó su capacidad cognitiva, la cual se vio profundamente disminuída.

Ambos, además de representar distintos escalafones sociales, nos ayudarán a entender las lógicas de ese mundo como dos polos opuestos: un cazarrecompensas que deberá poner a un lado su capacidad de sentir empatía para poder llevar a cabo su trabajo; y un especial, que en su vida cotidiana no hace más que analizar el mercerismo y sus enseñanzas, confrontadas todo el tiempo por los medios de comunicación masiva (el Amigable Buster) que incansablemente intenta tirar abajo a Mercer y su movimiento religioso/filosófico, siendo esta otra temática recurrente en el libro.

A algunxs les resultará extraña y hasta odiosa la falta de descripciones a lo largo del libro, tanto de los lugares como de las personas, que son nulas o escasas. Yo por mi parte, lo considero como una estrategia que utiliza el autor para alejarnos de lo que realmente no importa. La falta de descripciones nos permite adentrarnos en la mente del cazarrecompensas, que a estas alturas está tan inmerso en su propio debate interno acerca de su propia humanidad y la ética de su trabajo que no tiene tiempo para andar analizando demasiado su entorno. A fin de cuentas, es una novela que se caracteriza por su reflexión y el consecuente cuestionamiento de la realidad objetiva, así que ¿para qué gastarse tanto en describirla?

Y he ahí el punto, creo yo, con ¿Sueñan los androides…?. En él no vas a encontrar una respuesta  a la pregunta ¿Qué es real y qué no?, sino que el punto está en leer esta novela como un planteo más filosófico, como un intento de investigar la naturaleza de la realidad, para así encontrar la vía regia por medio de la cual poder separar las ilusiones del mundo real para poder así descubrir la verdad oculta tras las apariencias. De este modo, Dick va ahondando su hipótesis de que todo lo que parece real para los humanos es algo falso. Compleja temática, ya que es difícil establecer los límites entre lo uno y lo otro. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Abre muchas preguntas, pero nos deja a nosotrxs la tarea de responderlas.

El “problema” que creo que  al leer esta novela surge de su complicado trasfondo filosófico, que no siempre cierra, que no siempre cuadra. Yo necesité dos lecturas y bastantes pausas en la segunda para comprender que tenía en mis manos un muy buen libro, con matices y niveles de análisis que implican al lector con cada nueva lectura. Y no a todxs les gusta ese tipo de libros, porque puede dar la sensación de que le faltan páginas, o de que falta un clímax que justifique tanta reflexión y monólogo mental.

Así que, para concluir esta parte de la reseña “spoiler-free”, aquí hay un punteo que resume lo que estuve intentando trasmitir en estos últimos párrafos:

  • ·         Si estás buscando una novela que cierre con moño y todo, esta no es tu novela.
  • ·        Si estás buscando una novela para leer una vez sola y quedar satisfechx con el resultado, esta no es tu novela.
  •      Si estás buscando una novela descriptiva que te permita imaginarte a cada uno de los lugares y personajes tal cual el autor los concibió, esta no es tu novela.
  • ·         Si estás buscando una novela de acción, esta no es tu novela.
  • ·         Si estás buscando una novela con un clímax épico, esta no es tu novela.
Si, en cambio, estás buscando...
  • ·         Una novela con alto contenido filosófico…
  • ·         Que incita al lector a hacerse preguntas más que a darle respuestas…
  • ·         Que se centre en el mundo introspectivo de los personajes…
  • ·         Una novela a la que puedas volver de cuando en cuando para redescubrir cosas nuevas…
Si estás buscando algo así, entonces amiguitx, recomiendo que le des una oportunidad, porque ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Tiene todo eso y mucho más.

Ahora, sin más dilación…

Spoiler alert: Esta sección de la reseña pasa a tener spoilers sobre el libro, puesto que va a ser un análisis un poco más detallado de los distintos temas que aborda. Ayuda si pensamos esta sección como una ayuda para poder analizar el libro sin necesidad de una segunda lectura. Lee bajo tu propio riesgo…

El límite entre lo real y lo artificial

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Está plagada de escenas que nos recuerdan la dificultad de marcar este límite. Ambientada en una sociedad poseída por sus técnicas, la novela nos habla de una realidad histórica productora de una subjetividad muy particular, que es la de extrañamiento, es decir, de un sentimiento de exterioridad con el mundo que nos rodea. Los seres de este libro sólo pueden conectarse con otras personas a partir de artificios, llamados cajas empáticas, que a fin de cuentas no es otra cosa que el culto a lo falso. El mercerismo es el paradigma de este extrañamiento en tanto distrae a lxs sujetxs de la realidad gris en la que viven, mediante tecnologías autónomas.

Empezamos sin saber si los animales eléctricos son capaces de generar verdaderos sentimientos de empatía y amor en sus dueños, como si fueran criaturas verdaderas. Por un lado, Rick dice de su oveja eléctrica “la tiranía de un objeto –pensó-. No sabe ni que existo”. Por otro lado, Isidore confunde a un gato de verdad con uno eléctrico, y cuando tiene que “cargarlo” reflexiona acerca de la enfermedad en los circuitos programada en animales falsos, creada de tal forma que cuando fallaba la criatura parecía orgánicamente enferma, no rota. (Dick, 1968).

Luego entendemos, por medio de las reflexiones de Deckard, que los escapes clandestinos de los androides hacia la Tierra demuestran la capacidad de estos seres de desear e imaginar una vida mejor lejos de la servidumbre y la desolación de las colonias. Esto contrasta con la necesidad de muchos humanos de utilizar una máquina para infundir sensaciones creadas artificialmente (el climatizador del ánimo Penfield, que básicamente trasforma a los humanos en máquinas programables).

La dificultad de establecer este límite se nos aparece una y otra vez en este recorrido que hace Deckard para distinguir a los humanos de los androides, en sus contradicciones para con Luba Luft (ese androide cuya voz supera a las voces de muchas humanas), etc. El androide reproduce en muchos aspectos al ser humano, es un simulacro de éste que se diferencia por no poseer la capacidad de generar empatía. Esto nos hace pensar que la cualidad “androide” ya no está sujeta al concepto de máquina, sino que existen seres humanos que son androides y que, si se produjera uno con empatía (como es la intención de la corporación Rosen) sería humano.

La basugre, creo yo, representa bastante bien esta lucha entre lo real y lo artificial. Éste es un mundo donde lo real es más que nada circunstancial, fácil de poner en duda y más imperecedero que la vida.

«Este ensayo terminará, la representación terminará, los cantantes morirán, con el tiempo se destruirá la última partitura de la música, sucederá de un modo u otro. Finalmente, desaparecerá el nombre de Mozart y el polvo habrá ganado, si no es en este planeta, será en otro. Podemos evitarlo un tiempo, igual que los andys pueden evitarme a mí, y existir por un período de tiempo mássobrevivir un rato más. Pero los alcanzaré o los hará otro cazador de recompensas. En cierto modo -observó-, yo soy parte del proceso de destrucción entrópica. La Rossen Asociación crea y yo destruyo. O al menos, eso debe parecerles a los androides» (p. 120)

Un proceso de corrupción y degradación sume al mundo en un pronóstico gris.

Oda a la metafísica


Hay un principio de la Termodinámica que establece que un sistema puede evolucionar sólo en dos sentidos, y que el espontáneo es el que corresponde a estado del universo. La entropía, es decir, el nivel de desorganización del sistema “universo”, tiene un único sentido, y es creciente. El tiempo pasa y la entropía crece. Este es el estado de las cosas en ¿Sueñan los androides?: El tiempo pasa y la basugre lo va abarcando todo.

-Ésa es la primera ley de la basugre- explicó- <<La basugre desplaza a aquello que no es basugre>>. (p.85)

Esta descomposición de la materia viva en la basugre se auto-reproduce en un bucle sin fin y la única posibilidad de frenarla es combatirla. La basugre representa la forma física que adquiere la entropía en nuestro universo, es algo que experimentamos día a día cuando abrimos la mochila para encontrar el envoltorio de un caramelo que comimos hace tres semanas. Es el medidor que tenemos para sentir el desgaste de este mundo material. Este principio destructor de materia viva es la responsable de la muerte de tantas especies, de la degradación de los especiales y el fin último de la humanidad. Lo irreal se impone a lo real, lo no vivo seguirá cuando lo vivo muera, la basugre está destinada a abarcarlo todo. 

Y sin embargo, los personajes de la novela perseveran: todxs siguen escalando sus propias montañas a pesar de saber que van a fracasar al final. Luba Luft sigue intentando ser humana y sostener el arte en un mundo en decadencia; Pris busca escapar del vacío de la existencia en Marte, buscando conectarse y sobrevivir entre lxs humanxs; Isidore quiere ponerle fin a su soledad… Creo que estos arcos que Dick describe son una ingeniosa forma de decir que la entropía se combate por medio de la lucha constante del humano (o los androides, que son casi lo mismo) por subvertir el estado de las cosas. La esencia del ser humano no podría entrar en corrupción, sólo el mudo material es susceptible de desgaste.

Etica y empatía: El punto de no retorno


Tenemos, entonces, una pregunta a enunciar: ¿Qué nos hace humanos? Si la diferencia es cada vez más nimia ¿Cómo nos diferenciamos de los androides? El autor nos responde: mediante la empatía. La empatía es esa reacción que nos permite diferenciar un mundo material (del cual dudamos) de un mundo más metafísico (donde reside la realidad). Es una fuerza motora guía a nuestros personajes y a sus acciones, los constituye en sujetos éticos.

La ética, siempre basada en el principio del semejante, la forma con la que enfrento mis responsabilidades para con el otro (en el libro, para con los animales primero que nada), está en el centro de la novela. Consiste en tener en cuenta la presencia del otro y al mismo tiempo que esta noción del otro sea abarcativa, es decir, no puedo andar eligiendo a quién ayudo o no. Lo que diferencia a la ética de la moral es que a moral se mantiene dentro de las pautas de la ley, la ética a veces tiene que transgredir las pautas que da la misma ley. Esta paradoja es la que se nos presenta en relación a Luba Luft y a los dos Cazarrecompensas. Rick Deckard se angustia en la medida en que empieza a cuestionarse su propia percepción del otro, mientras que Resch (el otro cazarrecompensas) no. Puede sentir adoración por su ardilla, pero no sentir nada a la hora de retirar robots que pueden ser extremadamente parecidos a los humanos.



Deckard, por su lado, literalmente cree que el asesinato (o, mejor dicho, el retiro) de Luba es una locura. Y esto tiene sentido en la medida en que el arte sólo logra transmitirse mediante el uso de la empatía como lazo entre lxs artistas y la audiencia. Si Luba realmente consigue hacer que Rick la considere una excelente cantante, tal vez eso es señal de que ha logrado desarrollar suficiente empatía como para ser considerada humana…

O, claramente puede ser que la señorita Luft sólo esté imitando a lxs humanxs, y que su voz esté tan bien programada como para falsificar bien las emociones que encontramos en una ópera o una pintura.

Así que… ¿Cuál de las dos es? Cuidado al responder, porque tu respuesta puede decir mucho más de vos que de ella…

 Así, decíamos, una de las formas básicas para ejercer violencia es la invisibilización de la víctima. Un sujeto ético es alguien capaz de sentir que el otro está sufriendo, empatizar con el sufrimiento del otro y sentirlo como responsabilidad propia. La crueldad no es solamente el ejercicio malvado sobre el otro, sino que es también la indiferencia ante el sufrimiento del otro. Y creo que aquí está el quid de la cuestión: El sentir de Deckard y todo su razonamiento importa en la medida en que él empieza a desarrollar empatía por ella, es decir, su visión del otro se está ampliando y éste es un proceso doloroso.

A fin de cuentas podemos leer que el hilo narrativo de ¿Sueñan los androides...? como la historia de un hipócrita que retira androides y los desprecia por no tener la capacidad de empatizar que le falta a él mismo. Es el mismo Isidore el que subraya esta comparación, cuando Pris le habla sobre los cazarrecompensas.

“Tenía una imagen vaga, oscura, de algo despiadado que iba por ahí armado con una lista y un arma, y que desempeñaba, maquinal, la labor simple, llana y burocrática de matar. Una cosa que carecía de emociones y ostro; una cosa que en caso de ser neutralizada era sustituida de inmediato por otra parecida. Y ésta a su vez, hasta que todo el mundo vivo y real acabara muerto a sus manos.” (p. 179)

Pero ninguna buena historia deja a nuestrx protagonista tal como empezó. Es en el momento en que Deckard conoce a Luba Luft, que la escucha cantar, que el mundo de Rick se ve dado vuelta: ve en Luba Luft un aspecto muy valioso, que él respeta (crear arte) mientras que en Phil Resch ve un espejo, que le devuelve un reflejo oscuro de sí mismo. El punto de inflexión está en que la sociedad le pide que sienta al revés de lo que realmente siente, cuando le pide que tenga empatía por el cazarrecompensas y no por la desarmada Luba.

Con las copias eléctricas no se puede tener una relación empática, ya que no dejan de ser réplicas; ésta es la razón por la cual Deckard retiraba a los androides en principio: para comprar una oveja real. Ahora, con la situación dada vuelta, Deckard inicia una lucha interna: debe realizar una acción contraria a la empatía (retirar los androides) para poder acercarse a ella (comprar un animal real).

“Reconozco una pauta. El modo en que mató a Garland y luego cómo acabó con Luba. Usted no mata como yo, no intenta... Mierda-dijo- Sé lo que es. A usted le gusta matar. Lo único que necesita es un pretexto […]” (p.159)

Pubertad - Munch. El cuadro que contempla Luba.
Pareciera decir "si me muevo, me come"
¿Qué pasó aquí con el Rick que deseaba retirar todos esos androides para poder comprarse una oveja de verdad? ¿Aquél que incluso hacía cuentas de cuántos debía retirar para conseguir el dinero? Le pasó lo peor que le podría pasar a un asesino: empezó a ver a las otras criaturas –incluso androides- como humanxs. Y una vez que ves eso, no hay vuelta atrás. Y es que la perversión tiene que ver con la desubjetivación del otro, con la instrumentación del otro como medio, como herramienta o como obstáculo y no como alguien, sino como algo.

Y al final de su viaje, la empatía. Después de retirar todos los androides, Rick vuelve a su casa para descubrir que su nueva cabra, real, había muerto a manos de Rachel. Desesperado y confundido vuela hacia un paraje desértico y ahí experimenta en carne propia a Mercer, se funde con éste en un viaje de redención para llegar así al culmen del sentimiento de empatía.

Cuando alguien se conecta a una caja empática, pierde la noción de cuerpo y, a pesar de sentir los golpes, el cuerpo que sube ya no es el propio, es el de Mercer. En este sentido, la conexión con otros seres humanos se realiza por la pérdida de la noción material de cuerpo, lo que la hace metafísica.

Una fusión total con Mercer, y la consecuente aceptación de la vida,  lo convierte en un ser absolutamente empático. Y uno puede pensar que esto se desvanece cuando, luego de haber encontrado un sapo (criatura que se creía extinta), descubre que es en realidad un sapo artificial. 
“Bueno,” puede pensar cualquier persona “al final, la entropía, la basugre, lo artificial, siempre va a reinar sobre la vida” y en parte concuerdo. El mismo Deckard parece así pensarlo: “En cierto modo –comprendió-, soy parte del proceso entrópico de destrucción de la forma.” (p.120)

Pero veamos qué otra lectura podemos darle: el sapo se nos presenta, también, como excusa para mostrarnos el giro de 180 grados que dio Rick en ese día, explicitado por la expresión “las cosas eléctricas también tienen su vida, por pequeña que esta sea” (p.262)

Y Deckard tardó todo un día en darse cuenta, cuando nuestro amigo Isidore ya lo había pensado mucho antes…

Isidore es uno de esos personajes que es tan ingenuo que es hasta inteligente. Con su CI por el piso, él fue capaz de presentir que los humanos con los que empezó a convivir no eran del todo humanos, aunque no supiera que eran androides. E incluso cuando los androides destrozan a una araña por la objetiva razón de que tiene demasiadas patas, una araña que pudo haber sido la última del mundo, Isidore se niega a decirle a Rick dónde están los androides.

Nos lo demuestra también cuando cree que el gato real es un gato electrónico, no puede diferenciar uno del otro puesto que en su cosmovisión él está en equidad de condiciones con cualquier otra criatura, sea ésta orgánica o artificial.

El tipo, entonces, derrocha empatía. Es capaz de conectarse hasta con un androide… Pero si lo pensamos bien no es tan raro, puesto que utiliza mucho la caja empática y ha sido catalogado como un especial por sus compañeros humanos. Al llamarlo cabeza hueca, le quitan su cualidad de humano así como a los androides. Es menos humano que el resto: no puede emigrar ni engendrar, lo cual es una de las mejores paradojas que tiene el libro, pues no hay nadie más empático que él, lo que quiere decir que pasaría con creces el test Voigt-Kampff.

Y volvemos al origen. La imagen del androide que nos cuestiona la progresiva deshumanización del trabajador como los alcances de la máquina en la década de los sesenta se plasma en esta extraña relación que tiene John Isidore con ellos.

Y aún nos queda un personaje más que analizar en todo este entramado empático, y esa es Iran 
Deckard, la esposa del protagonista.


Mercerismo


Iran es la que nos introduce al mundo del Mercerismo, esta religión/filosofía que reproduce el mito de Sísifo en la figura de Wilbur Mrecrer, un anciano que vivió antes de la Guerra. Este movimiento pone en primer plano los valores de unión y empatía que sostienen ese mundo en decadencia. Junto a Mercer, los usuarios de la caja empática reviven en carne propia el eterno ascenso de Mercer y sienten cómo las piedras los golpean, al igual que golpearon a Mercer. Es una experiencia compartida por todos los que estén usando una caja de empatía en ese momento en donde se unen en el sentimiento.

Es la esposa de Rick la que nos permite comprender la movida del Mercerismo a través de su total devoción  a la empatía. Para ella, sentir felicidad y no compartirla es un acto inmoral y repudiable. Ella recuerda cuando pudieron hacer sentir mejor a alguien que había perdido a su animal usando su propia felicidad a tales fines. Incluso es capaz de entrar en un estado de depresión auto inducido sólo porque una vida sin experimentar conscientemente la ausencia de vida en todas partes, no poder reaccionar a ese hecho le resulta insalubre e insoportable. Iran, entonces, es una persona capaz de atentar contra el espíritu del climatizador del ánimo.

Ella experimenta por primera vez este silencio vivo cuando apaga la televisión y la voz del Amigable Buster es interrumpida. Y este hecho no es casual, ya que no podemos hablar del Mercerismo sin hablar de su contraparte: Buster.

Si Mercer representa la empatía y la unión de la humanidad, Buster representa el aislamiento y la vanidad. Un contrapunto muy interesante puede hacerse al respecto, porque Mercer es descripto como un ente arquetípico de la humanidad, mientras que el Amigable Buster es un Androide.

Ambos están en guerra, el Amigable Buster y Mercer, y compiten por el control de nuestras almas y la creación de sus propias subjetividades. Wilbur Mercer busca un mundo más comprensivo y empático. Buster está creado para que olvidemos el vacío en el que vivimos. Esta batalla es por el sentido común, por la forma en que hacemos vínculos con los otros, por una idea. Batalla que reproduce la lucha de la vida contra lo no vivo.

Buster está presente incluso en nuestra sociedad. Lo encontramos en todas esas casas donde la televisión está encendida para “hacer ruido” o compañía. Lo encontramos en esos reality shows donde te hacen creer que tenés posibilidades de decidir sobre el resultado cuando, en realidad, no sos más que merx espectador(a).

Mercer representa también al Mesías impotente: una especie de dios que no puede salvar al humano, sólo puede acompañarlo; es un principio empático en el cual sólo el humano es capaz de salvarse a sí mismo. Esto es lo que se nos presenta cuando la verdad sale a la luz: El Amigable Buster desvela que Wilbur Mercer es un actor retirado y alcohólico, un fraude, sin capacidad de entrar en el mundo tumba ni de revivir a los muertos. Incluso el mismo Mercer, en esas escenas donde la realidad se mezcla con la ficción, lo reconoce.

A la vez que Buster desenmascara a Mercer, los androides descuartizan a la que quizás sea la última araña de la tierra. Y todo por una cuestión totalmente objetiva: tiene demasiadas patas. La falta de empatía se traduce en una falta de piedad.

“-No creo que esto acabe con el culto a Mercer –opinó Pris-. Pero ahora mismo hay un montón de seres humanos que se sienten desdichados-. Llevamos meses esperando. Todos sabíamos que este anuncio de Busster se produciría. –Titubeó y añadió-: Bueno, ¿por qué iba a sorprendernos? Buster es uno de los nuestros.” (p. 232)

Isidore, abatido, ahoga a la araña para terminar con su sufrimiento. Y esto lo sumerge en un mundo donde la entropía ha vencido, se encuentra a sí mismo en el mundo tumba, donde el Destructor de formas lo ha tomado todo. Mercer se le presenta a Isidore, que acepta su falsedad.

“-¿El cielo está pintado? –Preguntó Isidore-. ¿De verdad se aprecian los brochazos si amplías la imagen?
-Sí- respondió Mercer.
-No puedo verlos.
-Estás demasiado cerca –explicó Mercer-. Tienes que estar muy alejado, como lo están los androides. Ellos tienen una perspectiva mejor.” (p.235)
Mercer al desnudo

“Es cierto –dijo Mercer con una sonrisa-. Hicieron un buen trabajo y, desde su perspectiva, la revelación del Amigable Buster era convincente. Les costará comprender por qué no ha cambiado nada.”

Les costará porque un ser tan racional como un Androide no podrá entender los efectos que produce en la realidad un ser como Mercer, incluso cuando es objetivamente un fraude. Esto es porque sus principios están más allá del mundo material de la ficción y la realidad; son verdaderos porque gente como Rick, Iran e Isidore creen en ellos.

El mercerismo, además, nos hace cuestionarnos acerca de qué es real. Cuando la novela empieza, la realidad de las cajas empáticas es claramente distinguible de la de nuestros protagonistas, pero, en la medida en que empieza a avanzar la historia, esta línea se vuelve borrosa y se produce el encuentro de Rick con Mercer y su fusión final.


El final


La realidad en esta obra de Dick se deforma hasta el punto en que no nos es posible distinguir cuándo una realidad comienza y cuándo termina. En cuanto a la realidad de Mercer, estamos seguros de que es una realidad a parte al inicio de ¿Sueñan los Androides? Y de que lo único que las une son las cajas empáticas. Es la fusión total con Mercer y la aceptación total de la vida lo que permite el salto final de Deckard y su transformación en un ser totalmente ético.
Mercer, Invicto.


Mercer sale invicto de esta batalla, la realidad material no es nada comparada con el mundo espiritual y el mensaje de la empatía.

Al final de la novela, vemos a Rick volver a su casa, con su esposa Iran que lo espera con ansias. Ambos mantienen una conversación bastante mundana, pero que refleja la reparación de su relación. “Si es Rick el que está entrando por la puerta, no necesito marcar ningún número en el climatizador del ánimo Penfield.” Puede que Iran no sepa por todo lo que ha pasado su marido en ese día tan largo, pero se han conectado a un nivel emocional, y quiere lo mejor para él. La empatía permite que esa necesidad que surge en ella de hacer lo mejor para él se transforme en bienestar para la misma Iran.


Le doy a este libro un Muy Bien 10 Felicitado y una calcomanía de buen trabajo por el esfuerzo enorme que implicó para mí analizarlo

domingo, 19 de marzo de 2017

Bichos raros

Bichos raros los crustáceos… 

En primer lugar, los crustáceos son uno de los grupos zoológicos con mayor éxito biológico, tanto por el número de especies vivientes como por la diversidad de hábitats que colonizan; dominan los mares, como los insectos dominan la tierra…

En segundo lugar, están llenos de características increíbles. Las langostas, por ejemplo, crecen por mudas (ecdisis), nombre que se le da al proceso por el cual se deshacen de su exoesqueleto duro e inflexible. Mientras la langosta crece, el caparazón se vuelve una gran limitante y la langosta se siente bajo mucha presión, incómoda. Se va, entonces, debajo de una formación de piedras para protegerse a sí misma del territorio de predadores y deja su caparazón y produce uno nuevo, más apropiado para su nuevo tamaño. Eventualmente ese caparazón también se vuelve limitante e incómodo, por lo que la langosta se ve obligada a repetir este proceso a lo largo de toda su vida. Pareciera que no hay límite para el crecimiento de la langosta.

Los langostinos son oportunistas a la hora de alimentarse (lo que quiere decir que te comerían si tuvieran la oportunidad) y son muy sensibles a los cambios del ambiente.

Y "camarón que se duerme se lo lleva la corriente"… y el hecho de que su corazón esté ubicado en su cabeza también impresiona un poco…

Pero el más interesante de los crustáceos debe ser el Cangrejo, enaltecido por la toda poderosa sabiduría popular en la frase “Pensar en la Inmortalidad del cangrejo”. Verán, pensar en la inmortalidad del cangrejo hace referencia a un individuo en estado de contemplación del mundo y de la vida. Se usa a menudo para indicar que una persona está distraída fantaseando sobre algo o para sacar a esa persona de esa ensoñación. Hay varias explicaciones acerca de a qué hace referencia este dicho, dos de las cuales merecen ser difundidas.

Una de las explicaciones tiene como punto de partida la falta de conciencia de sí mismo que tiene el cangrejo. Hablar sobre la Inmortalidad del Cangrejo implicaría debatir acerca de cómo, en realidad, no existe cangrejo que no se crea inmortal, porque no existe cangrejo que tenga conciencia de sí mismo y de su propio fin. Hasta donde él sabe y le interesa, es inmortal.

Pero luego hay otra explicación, tal vez un poco más compleja que la anterior pero no menos interesante, que afirma que, como todos los cangrejos son iguales, puesto que no adquieren a lo largo de su vida experiencias y saberes que los diferencien unos de otros y que les confieran una identidad y una personalidad únicas, todos los cangrejos son el mismo cangrejo, por lo que hasta que la especie o el mundo se extingan (lo que pase primero), EL cangrejo es inmortal.

Bichos raros los crustáceos. Tan raros que los podemos usar para describir y definir al ser humano tanto en sus similitudes como en sus diferencias con ellos. Tomemos, por ejemplo, esta última cuestión: que todos los cangrejos son un solo cangrejo. Complejo, ¿no es así? Para una raza alienígena que viniera a observar la tierra y que tuviera ese criterio para enumerar las cosas (a saber: que para diferenciar dos individuos entre sí deben tener representaciones, experiencias y saberes distintos), los cangrejos serán, efectivamente, uno sólo. Pero ¿Qué pasaría con la raza humana? Evidentemente es fácil constatar que hay tanta multiplicidad de experiencias como humanxs pisan la tierra. Incluso lxs que ya no están con nosotrxs son increíblemente únicos. Y la prueba de esto, a nuestro entender, es la literatura.

Para nosotras, la literatura es una forma de plasmar en un medio único y duradero (inmortal, si se quiere) las miles de voces y vidas que pisaron esta, nuestra tierra. La lengua escrita es un grito de victoria de la humanidad sobre el tiempo, y es el documento vivo de nuestro pasaje por el mundo. Ella nos permite dialogar con nuestro pasado y llevar a cabo lo que tal vez es la piedra fundacional de nuestra cultura humana: la creación de realidades inexistentes. Pero en este tiempo regido por la inmediatez, lejos están los días en donde la lectura servía de experiencia emancipadora. En la era de la pantalla y del zapping, pareciera no haber lugar para la demora que requiere una lectura atenta.

Es por eso que creamos este espacio. Para practicar y difundir la necesidad que existe de una lectura crítica de los testimonios de nuestro pasado, plasmados en libros.

La lectura de ficciones (que, si te lo pones a pensar no son tan ficciones) requiere su tiempo y para eso creamos este espacio, para prestar la oreja al pasado y ver qué tiene para decirnos sobre nuestra naturaleza, sobre nuestro tiempo y sobre el suyo.

Pero así como el estímulo que le permite a la langosta crecer es sentirse incómoda, nos proponemos dar un paso más y restablecer el diálogo perdido con aquel pasado, cuestionándolo en una experiencia conjunta, donde cada opinión cuente y cada punto de vista sume (y quién sabe, tal vez en algún futuro dialoguemos con el presente). Este espacio parte de la idea de que los tiempos de estrés, de cuestionamiento, de incomodidad son también tiempos que potencian el crecimiento.

Generar espacios de incomodidad a través de los cuales podamos ampliar nuestro entendimiento de las cosas, los estados y los matices de la realidad humana, tan extensa, tan compleja y tan llena de contradicciones que apenas podemos empezar a pensarla, es uno de los objetivos principales de esta página.

Así que ¡vení y sumate! Porque participar en conjunto de la lectura significa tanto ser parte como tomar parte. El aprendizaje, el verdadero crecimiento se produce en la situación porque es ella quien produce o no nuevas formas de comprensión.

Estimulemos nuestro crecimiento como las langostas; seamos sensibles a los cambios de la época y devoremos todo lo que podamos, como los langostinos; no dejemos que nos lleve la corriente y tengamos siempre el corazón y el cerebro bien juntos, como los camarones. Pero sobre todo seamos como los Cangrejos, que nos dan una lección de vida al dejarnos fantasear sobre su supuesta inmortalidad mientras nos cuestionamos nuestra existencia y lo que realmente implica ser únicx.

Hagamos de la lectura una experiencia, en la que nos movilice una búsqueda activa y genuina de nuevas comprensiones. Pensar la lectura en conjunto como una posibilidad de abrirnos a la novedad, a  lo incierto, produciendo así una implicación mutua de todxs nosotrxs.

Esperamos que compartan este viaje literario con nosotras.


                                                                      La Tertulia del Cangrejo.